Nada que celebrar

Como cada 12 de octubre se celebrará en el Estado español la denominada Fiesta Nacional de España o Día de la Hispanidad, en conmemoración del “descubrimiento” de América. Ni que decir tiene que intencionadamente y como muestra de una preponderancia colonial y opresora se omite que ni siquiera los procedentes de la Península Ibérica fueron los primeros seres humanos que pusieron un pie en América, ya que los primeros habitantes del continente llegaron a él a través del Estrecho de Bering procedentes de Siberia hace como mínimo unos 14.000 años y que ni siquiera fueron Colón y su tripulación los primeros hombre blancos que llegaron a esta tierra, pues alrededor del siglo X gentes procedentes del norte de Europa realizaron incursiones en este territorio.
Pero de nuevo lo anterior se omitirá y se rendirá pleitesía por numerosas calles del Estado al ejército español, al Rey y a las altas autoridades del Estado, y los medios de comunicación harán su papel de hacer creer a la clase trabajadora que tenemos todos y todas los mismos intereses independientemente de la clase social a la pertenezcamos.
Basta mirar los orígenes de esta “fiesta” para percatarnos de su verdadero carácter. Cierto es que desde el año 1918 alcanzó el rango de fiesta “nacional”, pero el auténtico ideólogo de la misma fue Ramiro de Maeztu, cuyas obras fueron fuente de inspiración para los falangistas, en la idea de su “España” únicamente católica y que había civilizado a los que ellos consideraban salvajes indígenas americanos. Durante el régimen fascista de Franco se siguió celebrando con entusiasmo esta fiesta chovinista y militarista. Después de la muerte del dictador y de la Transición, como tantas cosas del régimen anterior, su celebración se mantiene hasta nuestros días.
Detrás de tanto entusiasmo “nacional” se ha querido ocultar todo el genocidio étnico, cultural y lingüístico que las orgullosas clases dominantes españolas han venido realizando desde el siglo XV hasta nuestros días. Entre 10 y 15 millones de seres humanos fueron transportados desde África al continente americano, sin contar las muertes durante las “cacerías” de personas y su transporte, en un proceso que acabó con la convivencia y fue el principio del subdesarrollo del continente negro.
Asimismo, de los más de 20 millones (estimaciones a la baja) de nativos americanos anteriores a la llegada de los españoles y demás ocupantes coloniales del continente, se estima que en pocos siglos y debido la brutalidad de los ocupantes y la trasmisión de enfermedades desconocidas para la población nativa, la misma descendió al 3% de la original. Sólo en los últimos años, gobiernos progresistas como el de Bolivia o Venezuela han denunciado el racismo y la exclusión que sufrieron los primeros habitantes del continente y que dura hasta nuestros días y el colonialismo de la antigua metrópoli, perdurable en la actualidad a través de las actuación del grupo PRISA, Telefónica o el Banco Santander en diferentes países.
Todo lo anterior fue absolutamente necesario para la génesis del sistema capitalista. El proceso denominado por Marx como “acumulación primitiva” que en los siglos XVI, XVII y XVIII permitió a través de la “liberación” del vasallaje de los campesinos, la Ruta de las Indias o colonización asiática o el genocidio americano mencionado anteriormente, fueron los cimientos (a través de la sangre y el sufrimiento de millones de seres humanos) para la edificación del capitalismo.

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