Codigo Lobo



Los primeros 3 son los más viejos y/o los enfermos, ellos le marcan el paso a la manada. Si fuera al revés, los dejarían atrás y perderían contacto con el grupo, en el caso de una emboscada serían sacrificados. 

Luego siguen en la fila los 5 más fuertes, son el frente del grupo. En el centro va la mayoría de la manada, y detrás de ellos siguiéndolos el segundo grupo de otros 5 fuertes. El que va de último, va solo, el Lobo Alfa. 

Desde esa posición controla todo, puede verlo todo y decide la dirección. El Alfa puede ver a la manada completa. El grupo se mueve acorde al paso de los mayores, se ayudan unos a otros, se cuidan entre ellos.

Foto por Cesare Brai

Nada tengo que dar




Y el hombre se sentó solo, anegado en profunda tristeza.
Pero los animales se acercaron a él y le dijeron: No nos gusta verte tan triste. Pídenos lo que quieras y te lo concederemos.
El hombre dijo: Quiero tener buena vista.
El buitre respondió: Tendrás mi visión.
El hombre dijo: Quiero ser fuerte.
El jaguar añadió: Serás fuerte como yo.
El hombre dijo: Deseo conocer los secretos de la Tierra.
La serpiente replicó: Yo te los mostraré.
Y se fué con los animales.
Y cuando tuvo todos los dones que le concedieron se marchó.
El búho dijo a los demás animales: Ahora el hombre sabe mucho y puede hacer muchas cosas. Eso me da miedo..
El ciervo dijo: El hombre tiene todo lo que necesita. Con ello desaparecerá su tristeza.
Pero el búho replicó: No. He visto un agujero en el hombre. Profundo como el hambre que no se puede saciar. Eso es lo que le entristece y provoca sus carencias. Seguirá cogiendo y cogiendo hasta que el Mundo diga:
“YA NO SOY NADA,NADA TENGO QUE DAR"
Apocalypto

Solsticio 2015. Llegó el verano.


- ¿No le gusta el sol? - le preguntó Zofia, sorprendida.
- ¡Pues claro! ¡Me encanta! Produce quemaduras y cáncer de piel; los hombres se axfisian con la corbata bien anudada al cuello; a las mujeres les horroriza pensar que el maquillaje se les va a correr; todo el mundo acaba pillando un resfriado por culpa de los aparatos de aire acondicionado, que perforan la capa de ozono; la contaminación aumenta y los animales mueren de sed, por no hablar de los ancianos que perecen a causa del calor. Perdone, pero el sol no lo ha inventado ni mucho menos quien la gente cree.
- Tiene usted un extraño concepto de las cosas.

Siete días para una eternidad
Marc Levy

Cuidar los libros


La gente desaparece cuando muere. La voz, la risa, el calor de su aliento, la carne y finalmente los huesos. Todo recuerdo vivo de ella termina. Es algo terrible y natural al mismo tiempo. Sin embargo, hay individuos que se salvan de esa aniquilación, pues siguen existiendo en los libros que escribieron. Podemos volver a descubrirlos. Su humor, el tono de su voz, su estado de ánimo. A través de la palabra escrita pueden enojarte o alegrarte. Pueden consolarte, pueden desconcertarte, pueden cambiarte. Y todo eso pese a estar muertos. Como moscas en ámbar, como cadáveres congelados en el hielo, eso que según las leyes de la naturaleza debería desaparecer se conserva por el milagro de la tinta sobre el papel. Es una suerte de magia.
Como quien cuida de las tumbas de los muertos, yo cuido de los libros. Los limpio, les hago pequeños arreglos, los mantengo en buen estado. Y cada día abro uno o dos tomos, leo unas líneas o páginas, permito que las voces de los muertos olvidados resuenen en mi cabeza. ¿Nota un escritor fallecido que alguien está leyendo su libro? ¿Aparece un destello de luz en su oscuridad? ¿Se estremece su espíritu con la caricia ligera de otra mente leyendo su mente? Eso espero. Pues estando muertos deben de sentirse muy solos.
Diane Setterfield

Me lo creo todo




Yo me lo creo todo,
como hombre bien nacido:
que aquél era mi padre
–quién sabe,
quién era su padre–,
que éste es mi amigo
–y quién era su amigo–,
que mi madre era mi madre,
que mi hijo es mi hijo
–quién sabe–.
Me lo creo, me lo creo:
que cumplo con el deber
cuando sacrifico
mi tiempo, mi pensar,
mis sentidos
para que a todos nos domine
el orden establecido
–quién sabe
quién lo ha establecido–,
que mi madre me torturaba
por mi bien, que por mi bien
moriré, especie de malditos.
Que éste es una autoridad,
que aquél es un obispo
–qué es un obispo–.
Me lo creo, me lo creo,
me trago
todo el bolo alimenticio.
Aplaudo todas las leyes,
me creo todos los mitos,
que estoy lleno de mierda
y los demás están limpios.
Me creo todas las órdenes,
todos los desatinos,
la historia entera me creo
–la historia
de los asesinos–.
¡Ay, verdad, ay, quién te ve
y quién –ay– te ha visto!
Me lo creo, me lo creo:
decidme lo que queráis
de los griegos, de los ingleses,
de los turcos, de los indios.
Cumplo con el primer deber
de todo bien nacido
en esta especie de monstruos:
engañarme a mi mismo.


JESÚS LIZANO
1931-2015
Poeta y ácrata

Historias


Mil caras


Se dice que hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada. Cierto día, un perrito buscando refugio del sol, logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa. El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera.
Al terminar de subir las escaleras se encontró con una puerta semi-abierta; lentamente se adentro en el cuarto. Para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto habían 1000 perritos más observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos.

El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco. Los 1000 perritos hicieron lo mismo. Posteriormente sonrió y le ladro alegremente a uno de ellos. El perrito se quedo sorprendido al ver que los 1000 perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él. Cuando el perrito salió del cuarto se quedo pensando para sí mismo: Que lugar tan agradable. Voy a venir mas seguido a visitarlo

Tiempo después, otro perrito callejero entro al mismo sitio y se encontró entrando al mismo cuarto. Pero a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros 1000 perritos del cuarto se sintió amenazado ya que lo estaban mirando de una manera agresiva. Posteriormente empezó a gruñir; obviamente vio como los 1000 perritos le gruñían a el. Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros 1000 perritos le ladraron también a él. Cuando este perrito salió del cuarto pensó: "Que lugar tan horrible es este! Nunca mas voy a volver a entrar allí!"

En el frente de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía: "La casa de los 1000 espejos".

"Todos los rostros del mundo son espejos"... Decide cual rostro llevaras por dentro y ese será el que mostrarás a todos.

El reflejo de tus gestos y acciones es lo que proyectas ante los demás. Las cosas más bellas del mundo no se ven ni se tocan, solo se sienten con el corazón.
No eres responsable de la cara que tienes

Eres responsable de la cara que pones...

Los libros no leidos


El escritor italiano Umberto Eco ha apilado una enorme biblioteca que supera los 30 mil títulos. Según se cuenta, los visitantes ante esta impresionante colección no pueden evitar preguntarle al enciclopédico Eco cuántos de esos libros ha leído. La orgullosa respuesta es que no ha leído la mayoría, pero que esos libros no leídos no son menos valiosos, constituyen un tesoro de investigación, una plétora de posibilidades, una celebración de lo que aún no sabemos (paradójicamente, entre más leemos aumenta exponencialmente el espacio de lo ignoto). Eco llama a esta colección una “antibiblioteca”.

Y aquí crece mi admiración por el semiólogo y novelista italiano que se comprueba un aristócrata de las letras (unos dirían hipster, pero me parece denigrante sólo pensarlo). ¡Qué gran dignidad la de tener una biblioteca de libros no leídos! Una fastuosa compañía de desconocidos-seducidos. Ser, como nombran los japoneses, un tsundoku, un apilador de libros, agente babélico irredento.

Borges se jactaba, más que de los libros que había escrito, de los libros que había leído. Pero nosotros tomemos otro partido, encontremos sosiego en los libros que no hemos leído pero que por fortuna nos hemos agenciado, llenando el jardín de ecos futuros, minando el ocio con abundantes oquedales que nos aguardan extáticos. Presumamos entonces esos libros que no hemos leído. Esas vidas que no hemos vivido pero que son parte ya de nuestro repertorio de lo posible.

El placer de tener una biblioteca de libros aún no leídos se puede equiparar con tener un harén de ninfas o huríes de la mente. El dueño de la colección es como ese mítico emir que dormía cada noche del año con una doncella distinta. Hay un cálido confort en saber que siempre en una habitación contigua del teatro de la memoria hay una fiesta para la que nosotros hemos elegido a los invitados, los cuales nos deleitarán con las viandas más exóticas, leche y miel y miles de ofrendas de sus tierras lejanas, un promiscuo convite de ideas a destapar. Lux et voluptas.

Se produce un regocijo propio del diletante y el procrastinador profesional al contemplar ese multiverso de letras larvarias que nos rodea (la oscilación de una mariposa cósmica). Y uno se anima a acercarse tímida o lujuriosamente y empezar a tocarlos y a hojearlos, deteniéndose por un instante en algún párrafo que llama la atención al revolverlo como una baraja –al utilizar la vista como infatuación primera–, para saborear el sonido de una frase y lo que revela, como un holograma, del contenido total de la obra. Y nos relamemos por dentro de lo que nos aguarda en esa cena con el Logos a la cual hemos sido ya convidados pero nos podemos dar el lujo de posponerla, de extenderla siempre hasta la franja crepuscular, para holgarnos más en su sistema de aperitivos.

O irse a dormir con una selección de nuestra “antibiblioteca” –sin tener que elegir uno solo nunca–, una floresta de letras e imágenes que invitan a los ingrávidos aposentos del sueño. Las portadas, esas “écfrasis al revés”, que apenas vistas se van convirtiendo en postales oníricas, en memorias de lugares a los que no hemos ido, pero los cuales nos llaman en la noche, voces de puertos y barcos y vagos rostros de mujeres que soñamos antes de conocer… Acostarse con voluptuosidad hipnogógica, acariciando los ejemplares y rozando las hojas como pétalos cristalizados, haciendo un largo coqueteo que puede durar años antes de la cópula como la más lenta karezza tántrica. O con devoción religiosa consagrar la virginidad y la pureza al lomo cerrado del libro, de no haberlo conocido bíblicamente. De reservar la concreción del romance para una ocasión especial, cuando nuestras mentes estén perfectamente en sintonía, cuando se pueda cortar la fruta en el Sol. Libros para los que maduramos, que con un secreto telos nos van llevando hasta que estemos listos, como una nodriza invisible encargada de nuestra educación intelectual (leer es una forma de tener sexo con fantasmas) que nos inicia en el misterio de cada estación.

…Y dormir, y dejarse ir, sabiendo que están ahí esos compartimentos de conocimientos, palacios de información… esas ventanas mágicas que literalmente nos dejan ver otras realidades, otros ojos que podemos subir a nuestro cerebro, entre el moho de los muebles o frente a un espejo, suspendidos, como puertas que dan a un jardín fuera del tiempo…

Esos libros que hacen una enramada invisible con nuestra mente en un cielo aún no contemplado, de palabras y estrellas que se mezclan. Libros que, por no haberse leído y no haber colapsado su función de onda, están vivos y muertos y en la noche se mezlcan con el sueño lúcido que es la Literatura toda, con todas las palabras posibles en su arrumaje, como ese libro de arena que se mezclaba con todos los otros libros de la biblioteca, como la ola indiferenciada que se mezcla con todo el océano.

La divinidad de lo inmanifiesto. El sofisticado misticismo del excedente, de lo sobrante, del despilfarro. La perpetua atracción de lo que no ha revelado su secreto. El arte de la insinuación. La preclara dignidad de quien es dueño de su silencio. 

Nada se compara con ese lánguido placer de contemplar nuestra biblioteca y sentir el deseo de fugarse del mundo, en amor libresco (a donde sea que uno pueda estar sin que las insignificancias de la realidad lo interrumpan, con sus libros por siempre, ¡a un trópico lunar!). Libros con los cuales descubrir que el amor a la vida no es el hacer, es sólo el estar juntos.


El genio de la multitud



Hay suficiente traición y odio, violencia,
necedad en el ser humano corriente
como para abastecer cualquier ejercito o cualquier
jornada.
Y los mejores asesinos son aquellos
que predican en su contra.
Y los que mejor odian son aquellos
que predican amor.
Y los que mejor luchan en la guerra
son -AL FINAL- aquellos que
predican
PAZ.
Aquellos que hablan de Dios
necesitan a Dios.
Aquellos que predican paz
no tienen paz.
Aquellos que predican amor
no tienen amor.
Cuidado con los predicadores
cuidado con los que saben.
Cuidado con aquellos que están siempre
leyendo libros.
Cuidado con aquellos que detestan
la pobreza o están orgullosos de ella.
Cuidado con aquellos de alabanza rápida
pues necesitan que se les alabe a cambio.
Cuidado con aquellos que censuran con rapidez:
tienen miedo de lo que no conocen.
Cuidado con aquellos que buscan constantes
multitudes;
no son nada solos.
Cuidado con
el hombre corriente
con la mujer corriente.
Cuidado con su amor.
Su amor es corriente, busca
lo corriente.
Pero es un genio al odiar
es lo suficientemente genial
al odiar como para matarte, como para matar
a cualquiera.
Al no querer la soledad

intentarán destruir
cualquier cosa
que difiera
de lo suyo.
Al no ser capaces
de crear arte
no entenderán
el arte.
Considerarán su fracaso
como creadores
sólo como un fracaso
del mundo.
Al no ser capaces de amar plenamente
creerán que tu amor es
incompleto
y entonces te
odiarán.
Y su odio será perfecto
como un diamante resplandeciente
como una navaja
como una montaña
como un tigre
como cicuta
Su mejor
ARTE.
 Charles Bukowski

Divinidad humana


Una vieja leyenda hindú explica que hubo un tiempo en que todos los hombres eran dioses. Se dice que abusaron tanto de su divinidad que Brahma, el Dios Supremo, decidió quitarles su poder divino y esconderlo en un lugar inaccesible. El gran problema fue encontrar el escondite apropiado. Cuando los dioses menores fueron convocados para resolver el problema, propusieron:

- Vamos a enterrar la divinidad del hombre bajo tierra.
Brahma respondió:
- No será suficiente. Cavará y cavará y al final la encontrará.
Entonces los dioses propusieron:
- En ese caso podemos esconder la divinidad en lo más profundo de los océanos.
Brahma respondió:
- No, pues tarde o temprano el hombre explorará las profundidades de los océanos y seguramente un día la encontrará.
Entonces los dioses menores dijeron:
- No sabemos dónde esconderla. Parece que no hay un lugar en el cielo ni en la tierra ni en el mar donde no pueda descubrirla algún día.
Y Brahma dijo:
- Esto es lo que haremos con la divinidad del hombre: la vamos a colocar en lo más profundo de sí mismo. Será el único lugar donde nunca se le va a ocurrir buscar.

Desde la noche de los tiempos, dice la leyenda, el hombre ha dado vueltas a la Tierra, la ha explorado, escalado, navegado y cavado, buscando algo que tiene en su interior.

Platón


Por supuesto, os diré que tanto hablar yo de filosofía como oír hablar de ella a otros, me causa, sin contar la utilidad que me procura, un placer sin igual. Por el contrario, cuando se trata de otras cuestiones, cuales esas que tanto os  preocupan a vosotros, gentes ricas y de negocios, la verdad, no puedo soportarlas. Y os aseguro, amigos míos, que piedad me dais cuando considero que estáis seguros de hacer cosas extraordinarias, siendo así que, en realidad, nada hacéis que valga la pena. Claro que tal vez por vuestra parte penséis que yo soy un desdichado, y quizá no os equivoquéis; pero que vosotros lo sois, eso no solamente lo pienso a mi vez, sino que estoy seguro de ello.

El Banquete. Platón

Pensar y nadar



...<<La mayor parte de los hombres no quieren nadar antes de saber.>> ¿No es esto espiritual? ¡No quieren nadar, naturalmente! Han nacido para la tierra, no para el agua. Y, naturalmente, no quieren pensar; como que han sido creados para la vida, ¡no parar pensar! Claro, y el que piensa, el que hace del pensar lo principal, ese podrá llegar muy lejos en esto; pero ese precisamente ha confundido la tierra con el agua, y un día u otro se ahogará.

Der Steppenwolf

¿Qué es ser pobre?



Un padre económicamente acomodado, queriendo que su hijo supiera lo que es ser pobre, lo llevó para que pasara un par de días en el monte con una familia campesina. Pasaron tres días y dos noches en su vivienda del campo.

En el automóvil, retornando a la ciudad, el padre preguntó a su hijo:

- ¿Qué te pareció la experiencia?..
- Buena - contestó el hijo con la mirada puesta a la distancia.
- Y... ¿qué aprendiste? - insistió el padre...

El hijo contestó:

1.- Que nosotros tenemos un perro y ellos tienen cuatro.
2.- Nosotros tenemos una piscina con agua estancada que llega a la mitad del jardín... y ellos tienen un río sin fin, de agua cristalina, donde hay pececitos.
3.- Que nosotros importamos linternas del Oriente para alumbrar nuestro jardín...mientras que ellos se alumbran con las estrellas, la luna y velas sobre la mesa.
4.- Nuestro patio llega hasta la cerca.y el de ellos llega al horizonte.
5.- Que nosotros compramos nuestra comida;...ellos, siembran y cosechan la de ellos.
6.- Nosotros oímos CD's... Ellos escuchan una perpetua sinfonía de golondrinas, pericos, ranas, sapos, chicharras y otros animalitos....todo esto a veces dominado por el sonoro canto de un vecino que trabaja su monte.
7.- Nosotros cocinamos en estufa eléctrica... Ellos, todo lo que comen tiene ese sabor del fogón de leña.
8.- Para protegernos nosotros vivimos rodeados por un muro, con alarmas.... Ellos viven con sus puertas abiertas, protegidos por la amistad de sus vecinos.
9.- Nosotros vivimos conectados al teléfono móvil, al ordenador, al televisor... Ellos, en cambio, están "conectados" a la vida, al cielo, al sol, al agua, al verde del monte, a los animales, a sus siembras, a su familia.

El padre quedó impactado por la profundidad de su hijo...y entonces el hijo terminó:

- Gracias papá, por haberme enseñado lo pobres que somos!

El Miedo Vende

¿Usted sabe sobre economía? Hablo del gran capitalismo global de antes de la guerra. ¿Entiende cómo funcionaba? Yo no, y cualquiera que le diga que sí entiende, le está hablando mierda. No hay reglas, no hay absolutos científicos. Uno gana o pierde, como lanzando unos dados. La única regla que entendí alguna vez, la aprendí de un profesor de historia en Wharton, no de uno de economía. “El miedo,” decía, “el miedo es el producto más valiosos de todo el universo.” Eso me cambió la vida. “Sólo enciende la televisión,” decía el. “¿Qué ves? ¿Gente vendiéndote productos? No. Esa gente está vendiéndote el miedo de tener que vivir sin sus productos.” El maldito loco tenía razón. Miedo de envejecer, miedo a estar solo, miedo a la pobreza, miedo a fracasar. El miedo es la emoción más simple que tenemos. El miedo es primitivo. El miedo vende. Ese era mi lema: “El miedo vende.”

World War Z - Max Brooks

El poder del dinero




El dinero puede comprar una casa, pero no un hogar.

El dinero puede comprar un reloj, pero no el tiempo.

El dinero puede comprar una cama, pero no el sueño.

El dinero puede comprar un libro, pero no el conocimiento.

El dinero puede pagar un médico, pero no la salud.

El dinero puede comprar una posición, pero no un respeto.

El dinero puede comprar la sangre, pero no la vida.

El dinero puede comprar sexo, pero no el amor.

Un gusano parasitario


Dentro de seis meses nacería su bebé. Algo que había sido una simple célula, un grupo de células, una bolsa de tejido, una especie de gusano, un pez en potencia con sus agallas, se agitaba en su seno y vendría a ser un hombre con el tiempo: un hombre hecho que se daría al goce y al sufrimiento, al odio y al amor, al pensamiento, al recuerdo y a la imaginación. Y lo que había sido en su cuerpo una ampolla gelatinosa inventaría un dios y un culto; lo que había sido una especia de pez crearía, y, habiendo creado, se convertiría en un campo de batalla para la disputa entre el bien y el mal; lo que en ella había vivido oscuramente, como un gusano parasitario, contemplaría las estrellas, escucharía música, leería versos. Una cosa se convertiría en persona; una minúscula masa de materia llegaría a ser un cuerpo humano, una mente humana. El portentoso proceso de la creación se desarrollaba en su interior.
Contrapunto. Huxley.

Internacionalizar los niños




Cuenta la leyenda que allá por el año 2000dc, durante un debate en una universidad de Estados Unidos, le preguntaron al que fuera gobernador del Distrito Federal y luego Ministro de Educación de Brasil en el gobierno de Lula, Cristovão Buarque, qué pensaba sobre la internacionalización de la Amazonia. Un estadounidense en las Naciones Unidas introdujo su pregunta, diciendo que esperaba la respuesta de un humanista y no de un brasileño.

 La respuesta del Sr. Cristóvão Buarque:

Realmente, como brasileño, sólo hablaría en contra de la internacionalización de la Amazonia. Por más que nuestros gobiernos no cuiden debidamente ese patrimonio, él es nuestro.

Como humanista, sintiendo el riesgo de la degradación ambiental que sufre la Amazonia, puedo imaginar su internacionalización, como también de todo lo demás, que es de suma importancia para la humanidad.

Si la Amazonia, desde una ética humanista, debe ser internacionalizada, internacionalicemos también las reservas de petróleo del mundo entero.

El petróleo es tan importante para el bienestar de la humanidad como la Amazonia para nuestro futuro. A pesar de eso, los dueños de las reservas creen tener el derecho de aumentar o disminuir la extracción de petróleo y subir o no su precio.

De la misma forma, el capital financiero de los países ricos debería ser internacionalizado. Si la Amazonia es una reserva para todos los seres humanos, no se debería quemar solamente por la voluntad de un dueño o de un país. Quemar la Amazonia es tan grave como el desempleo provocado por las decisiones arbitrarias de los especuladores globales.

No podemos permitir que las reservas financieras sirvan para quemar países enteros en la voluptuosidad de la especulación.

También, antes que la Amazonia, me gustaría ver la internacionalización de los grandes museos del mundo. El Louvre no debe pertenecer solo a Francia. Cada museo del mundo es el guardián de las piezas más bellas producidas por el genio humano. No se puede dejar que ese patrimonio cultural, como es el patrimonio natural amazónico, sea manipulado y destruido por el sólo placer de un propietario o de un país.

No hace mucho tiempo, un millonario japonés decidió enterrar, junto con él, un cuadro de un gran maestro. Ese cuadro tendría que haber sido internacionalizado.

Durante este encuentro, las Naciones Unidas están realizando el Foro Del Milenio, pero algunos presidentes de países tuvieron dificultades para participar, debido a situaciones desagradables surgidas en la frontera de los EE.UU. Por eso, creo que Nueva York, como sede de las Naciones Unidas, debe ser internacionalizada. Por lo menos Manhatan debería pertenecer a toda la humanidad.
De la misma forma que París, Venecia, Roma, Londres, Río de Janeiro, Brasilia… cada ciudad, con su belleza específica, su historia del mundo, debería pertenecer al mundo entero.

Si EEUU quiere internacionalizar la Amazonia, para no correr el riesgo de dejarla en manos de los brasileños, internacionalicemos todos los arsenales nucleares. Basta pensar que ellos ya demostraron que son capaces de usar esas armas, provocando una destrucción miles de veces mayor que las lamentables quemas realizadas en los bosques de Brasil.

En sus discursos, los actuales candidatos a la presidencia de los Estados Unidos han defendido la idea de internacionalizar las reservas forestales del mundo a cambio de la deuda.

Comencemos usando esa deuda para garantizar que cada niño del mundo tenga la posibilidad de comer y de ir a la escuela. Internacionalicemos a los niños, tratándolos a todos ellos sin importar el país donde nacieron, como patrimonio que merecen los cuidados del mundo entero. Mucho más de lo que se merece la Amazonia. Cuando los dirigentes traten a los niños pobres del mundo como Patrimonio de la Humanidad, no permitirán que trabajen cuando deberían estudiar; que mueran cuando deberían vivir.

Como humanista, acepto defender la internacionalización del mundo; pero, mientras el mundo me trate como brasileño, lucharé para que la Amazonia, sea nuestra. ¡Solamente nuestra!